viernes, 11 de diciembre de 2009

Entreacto.

¿Te acuerdas de la luna el día en que nos conocimos?-

De cómo menguaba y dejaba de existir en cada segundo. De cómo el velorio de grillos e insectos cantábale las últimas horas al cielo, que se despedía haciendo siluetas traslúcidas sobre la sombra opaca de tu recuerdo; porque tu recuerdo tiene sombra, y aun anda por estas paredes, con las nostalgias recortadas que parecen eternas y oceánicas, colgadas a un lado del reloj de pared...

De cómo menguaba y zigzagueaba en su órbita desolada, y se reflejaba en tus ojos para hacerlos mas grandes... más verdes; o quizá eran tus ojos quienes se reflejaban en ella y la hacían mas grande... más verde. Y de cómo la soledad había reinado en el vacío vertical que queda en las catedrales sonámbulas, perplejas e inconscientes, que tocaban los primeros milímetros del cielo, no porque quisieran sino porque los huesos le seguían creciendo.

-¿Te acuerdas de las gardenias y las astromelias que crecían en tu alma? -


Yo si las recuerdo, como florecían entre el frío del invierno, y de como se amarraban sin querer a los vientos secos del sur oxidado. También me acuerdo de mis palabras nubladas y de las poesías tristes que te solía escribir, de como te fuiste y del dolor de mi alma, de como lo enterré en los aromas de la desdicha y los medios vasos de agua justo abajo de los brillos plásticos de tu ausencia(...)

miércoles, 14 de octubre de 2009

Y que no dejes que el frío de octubre te entristezca, ni que las lunas ciegas te hagan pensar en mi, porque yo ya me habré ido. Ni que el olor de la madrugada te despierte con lágrimas, ni que las gotas del rocío hagan inverosímil la vida, ni que la nostalgia se vaya como el circo, a florecer con las margaritas. Nunca olvides que mis labios te amaron, como lo hicieron los años y las tardes del otoño y también mi poesía y mis ojos árabes, como te amaron mis manos por toda la vida. Nunca olvides como yo te miraba, con los ojos cundidos de lágrimas, y el corazón atiborrado de tristeza, como yo te miraba (...) la ultima de mil veces, como miraba yo la anatomía de los crepúsculos en tu piel. Nunca olvides que yo te amaba.

-Qué dolores guarda el amor- admito que nunca volví a saber de ti, y que morí en los labios ajenos a los tuyos, morí mil veces de amor en las lunas plateadas, y en el frío de tus recuerdos de piedra maciza.

En las curvas de mis calles gitanas los cedros floridos entre el polvo del olvido aun te recuerdan, yo también lo hago, como siempre pude hacerlo...

domingo, 6 de septiembre de 2009

Dibújame.





Dibújame.
En el canto verde de la melancolía de los jueves.
En las pieles saturadas de nostalgia transcrita en versos ;
en el cabello de los días perdidos para siempre
en tus labios de mar que cruzaron un día mis transatlánticos.

Dibújame,
destrozado en el tiempo.
Como metáfora vestida de soledad entre las carnes violetas de la noche.

Te dibujo,
en la luna,
en la calle,
en mis versos,
en mis ojos de miedo,
en tus labios que llevan mis cielos.

En las letras que llueven silencios.

Dibújame,
en la melancolía,
en tus ojos verdes,
en las praderas de amapolas.

Te dibujo,
en los vacíos grises de la lluvia consternada.
En las calles de piedra
y las piedras del alba.
En la tristeza de verte,
y jamás hablarte de mi alma.
(...)

viernes, 28 de agosto de 2009

Como un jardín de nostalgias.

"Y vaya que te han amado mis letras inciertas, perdidas en la respiración transparente de los soles de verano, ahogadas en el óleo de los días verdes por la tristeza, naufragas en memorias sin piel que conservo de tu ausencia. Como un jardín de nostalgias, como un montón de pétalos en la deriva clariazul de los siglos, del olvido, y los siglos en el olvido... "










«Porque eras tu transversado en mi poseía,

entre el calor insólito de las madrugadas y los cielos amarillos de agosto.



Porque eras tú, reencarnado en los geranios floridos en el jardín del amor,

Eras tú el de los ojos verdes y las luces del verano

tu el de los oleos malva, y las flores borgoña, eras tú el de mi corazón.



Tú el de las olas intactas de las memorias descoloridas del amor

el de los años que se perdían

hilvanando canciones con las brisas cálidas de de tus recuerdos sepia.



De los amores glaucos, floridos en el estupor de las violetas sonrojadas,

y las canciones eternas en los artificios de cuerda que atiborran mi alma...


El de los poemas que nunca se decían.



Tú. El de las palabras quebradas en mis labios

esperando encontrarte entre los fugaces deseos del silencio.



El de la soledad que se llovía entre nuestras manos desertizadas de verano.

Y la nostalgia que se hacía carne en mis letras de pincel.


Y era yo el de la nostalgia en las flores grises,


el que soñaba tu recuerdo, en mi amor de aromas tristes.»

martes, 18 de agosto de 2009

  • Postales desde Italia.


"Porque habría vivido la vida como si jamás hubiese descubierto tus amores ciegos.

(...)


Pero no, ahí estaban tus ojos verdes. Tus praderas de verano, mis amores de primavera, y los recuerdos anacrónicos de haberte amado en otros tiempos. Vaya aquellos tiempos. Vaya calor desesperante que sostiene mis manos desesperadas de tanto escribirte. Pero tenía que inmortalizarte en la poesía y en mis versos de toda la vida. En los amores ciegos y los atardeceres anaranjados que se sentaban en mis rodillas con la añoranza de volverte a ver y de seguirte esperando con mi alma destrozada en el mismo lugar donde había reposado por años esperando que pasaras con tus ojos de milagro frente a mí, solo para susurrarle al viento que te amaba y morirme de la debilidad esperando en la consternación que él te entregara mis últimas palabras."








"Yo que fui adicto a tu gracia,
a tu piel y a tus ojos verdes,
al resplandor melancólico y tenue de tus mariposas doradas
ajeno por siempre a la piedad de tus manos perfumadas a primavera,
sentado en la soledad de las historias del vientre de la vida
versando letanías con los hilos invisibles del aire enamorado
trasfigurado para siempre en las astromelias de tu rostro
limpiando la arena de los ojos de la melancolía.

Yo que te he sido infiel con las espadas en el alma.
Y con las historias que se quiebran
y las metáforas incompletas que reencarnan en el cielo.

Yo que te amé con apenas saber tu nombre
yo que pinté mis manos del color del delirio,
a mi alma los dolores consternados de tu ausencia,
yo que habría renunciado para siempre a tus ojos verdes
si no fuera por el milagro de conseguirlos abiertos una vez más.


Yo que te amé toda la vida."

martes, 9 de junio de 2009

de Praderas y Estupideces


Y de haberte sabido imposible jamás hubiese aprendido a escribirte,

...

aunque arrepentirse sea cuestión de cobardes, y mirar atrás sea una excusa para ver de nuevo a los sauces, aunque recordar al océano sea sólo para esta noche soñarte.

Déjame contemplar cómo se escapan tus ojos...como quizá la primavera te devuelve y en ella se marcan las últimas lágrimas de las pléyades, como de repente, las canciones se entremezclan y recuerdan las vagas melodías anacrónicas que tanto me hacen recordarte, de cómo frente a mí el destino se vuelve a marcar culpable.

Ya no por herejía, ni por simple pecado capital, sino por silencio y falta de valor, si, a pesar de las violetas que regalan flores para recordar como un abril escribí las más enamoradas letras de mi vida para ti,

(...)De cómo dibujé praderas entre mis palabras para tan solo conservar tu recuerdo, y no volverlo cenizas como el de todos los amantes que por mi cama han pasado,

(...)Se han vuelto estrellas lejanas, casuales, e incluso incomprensibles, perdidas para siempre en los misterios constelados que guarda tu mirada…

Aún estoy enamorado de ti, como si el tiempo jamás se hubiese fugado temeroso, y como si los días no supieran cómo pasar entre el corazón, aún estoy enamorado de ti, de ti, y de tus ojos verdes, que guardan el secreto inconcluso que tiene la primavera, de los bosques y arboledas donde se ocultan las luciérnagas disfrazadas de estrellas.

Y qué sería de mí si jamás te hubiese escrito, más que palabras, silencio y corazón, más que un laberinto inconcreto de líneas abstrusas que van marcando las frases en el cielo, frases que en los años ha escrito mi corazón.



domingo, 31 de mayo de 2009

Oh, Mayo ha muerto.

Oh, Mayo ha muerto. Qué delirio, qué colores ha dejado la primavera entre sus vestidos...

Resulta extraño que no tenga palabras para lamentar, ha sido tan poco poético y tan poco gracioso que no deja lamento alguno entre los inumerables trazos que ha hecho el sol florido en las tardes perfumadas a violetas.

Oh, Mayo ha muerto, y en mis circunvoluciones espirálicas ha dejado las intrigas más misteriosas que he podido tener. Miento, tan sólo es la curiosidad de probar aquella piel rubia que se vuelve tentación vaga entre los cobrizos cielos que trae el oeste de mi cabeza.

Oh, Mayo ha muerto.

viernes, 15 de mayo de 2009

Trying to Fix It

Tú que solías anestesiar palabras,
-y con ellas suturar tu poesía deforme-
sólo por abortar tus vagos engendros muertos.

Pero tú, que nunca me contaste que sucedió con tu mazo de barajas,
quizá se fueron más allá del éxtasis de la música,
donde el acordeón no sabe sino tocar tus melodías de funeral
donde los sueños se petrifican para volverse estirpes antropomorfas,
donde guardaste la carpa ósea de tu circo degenerado,
esa carpa negra, en la que la mímica hablaba para no perderse en tus laberintos de cartas,
esa carpa, en la que desembarcaban tus especias insólitas,
traídas desde las costillas del nuevo universo
esa, la de tu cementerio de versos.


-Pero ahí estás tú, justo como una gárgola
sentado en las apófisis de tu globo terráqueo,
circunnavegando en las letras del delirio,
ahogado en la nostalgia de tus días perdidos.

Tú como una aneurisma de palabras,
o quizá como los coágulos que reposan en mis comas,
justo como el nido de pensamientos en mi costa occipital.

Recuerdo tus días de entonces,
recuerdo cuando trajiste la peste de tus arlequines danzantes,
por eso de los días que le arrancábamos a 1806
hoy sólo me queda el arcaico recuerdo de los últimos colirios.

Pero, hoy has dibujado un testamento de solsticios,
entre las amorfas tentaciones que tiene tu sexo,
o entre los exhaustivos silencios que cargamos en el olfato,
has dibujado tus últimas historias.

Hoy sólo me queda el anacrónico recuerdo de tu maquillaje extinto.

lunes, 23 de marzo de 2009

Another Rainy Day, Otro día Lluvioso.





y que quizá en mis párrafos siempre estés obligado a aparecer, los años ya me parecen una mentira blanca, ingeniada por el tiempo para hacer que los cielos se decrezcan entre sí, -es solo otro día lluvioso.- He estado tomando palabras prestadas a viejas canciones, las coloque en una posición transversal a las frases que guarda el viento, y a los infinitos verbos que trae el amor que siento por ti, es tan solo una bocanada de líneas barrocas pero me da una conclusión acerca de las gotas que caen en su perpetua verticalidad, -me gustan los días lluviosos, me hacen recordarte, me gustan los días lluviosos, son ellos los que me hacen amarte.-

Y yo que tan sólo trato de acostumbrarme a la primera primavera sin ti...

domingo, 22 de marzo de 2009

Quizá ya es primavera...




Y que yo jamás habría vuelto a tocar una pluma, jamás habría vuelto a tocar un papel, hasta que los soliloquios que se esconden entre el vaivén de la vida me hicieron recordarte, me hicieron hablarte…y así es, logre hablar de ti frente a conglomeraciones de personas quizá imaginarias, pero lo hice, solo para admitir que aun te amo.

Cierro los ojos, y en mis manos sostengo el vano recuerdo que queda de las cenizas del invierno plateado, quizá el viejo olor a almendras que la brisa arrastra para despedir a esta temporada, o quizá quede un arcano recuerdo desmenuzado por el polvo de los días que llevo sin pensar en ti.

-Es mentira-, lo sé, lo admito, quizá jamás la vida coloque tus lejanas miradas entre mis brazos, y jamás las estrellas te miren enamoradas como lo hacen cada noche, cuando pienso en ti. –Otro día lluvioso-, inaugura las brisas de la primavera, que sigue sus corazonadas como si fuesen el acoso neurótico que dejan los trazos en el atardecer, -y que las armónicas decidan cantar, como alguna vez lo hicieron las trompetas enamoradas-. He de considerarme estúpido, profundamente estúpido, yo, que llevo cuatro meses contados sin ver tus ojos verdes, y exactamente hoy, aún sostengo el recuerdo como acostumbro a sostener viejas metáforas que se apoderan de mis fugas frontales.

-Son solo cortes de papel-, eso es mi corazón, cortes de papel, que deciden vagar a la deriva de la poesía, aun la alojo en mi corazón, sonrojada como el primer día que vi tu rostro, envuelto en los tramas solares que te hacían poseedor de una belleza particular, aún conservo la poesía de los primeros días, aún, a más de un año de amarte sin comentar palabra alguna.

Como lo hace el sol poniente.





Tuyas son las letras que escribe mi alma,
tuyas mis palabras y las líneas de mi cielo,
tuyos los rayos del sol que la tierra salva cada noche,
tuyas mis manos que te escriben mis anhelos.

Tuyos los recuerdos que le cuento cada día al ocaso,
tuya la esperanza clariazul que rodea tus mariposas amarillas.

(...)



Tu, que quizá seas estos cuatro vientos que soplan el cabello de la noche
quizá seas las palabras que se asoman desde mi pluma
quizá seas, el suspiro de mi alma enamorada.

Quizá vuelvas a mí como lo hace el sol poniente,
como vuelve cada tarde a los brazos del mar solitario.

Quizá yo deba esperarte, arropado entre los brazos del invierno
convaleciente ante el ciego consuelo de los atardeceres,
arropando a la madrugada con los trozos de tu ausencia.

Quizá deba esperarte toda la vida.

"Just Like the Setting Sun,
it Returns to The Lonesome Ocean."

Poesía de Aquelarres





(I)

Dejadme trenzar el cabello de la historia
y sostenerlo como una vieja metáfora aferrada a nuestra cabeza
hasta que mirar hacia atrás deje de ser un tic nervioso.

Ven y corta mi cabeza con este as de tréboles,
decapita mis segundos con tu don de la clarividencia
que ataste el pecado a mis manos
y se ha enredado a las letras que abortan mis dedos.

Dejadme acá, con la lujuria caminando entre tus piernas
que contarte mi historia se vuelve un pecado:


(II)


...

De tanto hablar me volví antagonista de tus palabras
y mi nombre se hizo el epónimo de la ira
...y la muerte quedó marcada para siempre en mi anillo de matrimonio.

Mí vida nació viuda.

(III)

Y hoy cargo mi epitafio marcado en la frente,
grabado en los parpados para saber que existe.

(IV)

Hasta que una noche empecé a oír voces,
hijas del incesto entre los cantos gnómicos,
y las alabanzas doradas que se esconden bajo la cama;
voces, que fueron concebidas en secreto,
a orillas de las letras mudas que guarda la vida.

(V)

Luego mi vista empezó a engendrar ilusiones,
y la realidad se convirtió en el reencuentro deforme de la crisis de los dioses.

(VI)

Nunca supe escribirle al sol. (Pero si aullarle a la luna.)

(VII)

Tampoco supe recoger las magnolias detrás de tu esfenoides
como si cada mancha de sangre estuviese configurada en la pared,
y nos hubiésemos perdido en el imperio óseo más allá de la noche.

(VIII)

Quizá las nubes acojan mi canto,
quizá la vuelva el viento su melodía,
o quizá que de aquelarres quede mi poesía.