martes, 9 de junio de 2009

de Praderas y Estupideces


Y de haberte sabido imposible jamás hubiese aprendido a escribirte,

...

aunque arrepentirse sea cuestión de cobardes, y mirar atrás sea una excusa para ver de nuevo a los sauces, aunque recordar al océano sea sólo para esta noche soñarte.

Déjame contemplar cómo se escapan tus ojos...como quizá la primavera te devuelve y en ella se marcan las últimas lágrimas de las pléyades, como de repente, las canciones se entremezclan y recuerdan las vagas melodías anacrónicas que tanto me hacen recordarte, de cómo frente a mí el destino se vuelve a marcar culpable.

Ya no por herejía, ni por simple pecado capital, sino por silencio y falta de valor, si, a pesar de las violetas que regalan flores para recordar como un abril escribí las más enamoradas letras de mi vida para ti,

(...)De cómo dibujé praderas entre mis palabras para tan solo conservar tu recuerdo, y no volverlo cenizas como el de todos los amantes que por mi cama han pasado,

(...)Se han vuelto estrellas lejanas, casuales, e incluso incomprensibles, perdidas para siempre en los misterios constelados que guarda tu mirada…

Aún estoy enamorado de ti, como si el tiempo jamás se hubiese fugado temeroso, y como si los días no supieran cómo pasar entre el corazón, aún estoy enamorado de ti, de ti, y de tus ojos verdes, que guardan el secreto inconcluso que tiene la primavera, de los bosques y arboledas donde se ocultan las luciérnagas disfrazadas de estrellas.

Y qué sería de mí si jamás te hubiese escrito, más que palabras, silencio y corazón, más que un laberinto inconcreto de líneas abstrusas que van marcando las frases en el cielo, frases que en los años ha escrito mi corazón.