viernes, 11 de diciembre de 2009

Entreacto.

¿Te acuerdas de la luna el día en que nos conocimos?-

De cómo menguaba y dejaba de existir en cada segundo. De cómo el velorio de grillos e insectos cantábale las últimas horas al cielo, que se despedía haciendo siluetas traslúcidas sobre la sombra opaca de tu recuerdo; porque tu recuerdo tiene sombra, y aun anda por estas paredes, con las nostalgias recortadas que parecen eternas y oceánicas, colgadas a un lado del reloj de pared...

De cómo menguaba y zigzagueaba en su órbita desolada, y se reflejaba en tus ojos para hacerlos mas grandes... más verdes; o quizá eran tus ojos quienes se reflejaban en ella y la hacían mas grande... más verde. Y de cómo la soledad había reinado en el vacío vertical que queda en las catedrales sonámbulas, perplejas e inconscientes, que tocaban los primeros milímetros del cielo, no porque quisieran sino porque los huesos le seguían creciendo.

-¿Te acuerdas de las gardenias y las astromelias que crecían en tu alma? -


Yo si las recuerdo, como florecían entre el frío del invierno, y de como se amarraban sin querer a los vientos secos del sur oxidado. También me acuerdo de mis palabras nubladas y de las poesías tristes que te solía escribir, de como te fuiste y del dolor de mi alma, de como lo enterré en los aromas de la desdicha y los medios vasos de agua justo abajo de los brillos plásticos de tu ausencia(...)