domingo, 31 de mayo de 2009

Oh, Mayo ha muerto.

Oh, Mayo ha muerto. Qué delirio, qué colores ha dejado la primavera entre sus vestidos...

Resulta extraño que no tenga palabras para lamentar, ha sido tan poco poético y tan poco gracioso que no deja lamento alguno entre los inumerables trazos que ha hecho el sol florido en las tardes perfumadas a violetas.

Oh, Mayo ha muerto, y en mis circunvoluciones espirálicas ha dejado las intrigas más misteriosas que he podido tener. Miento, tan sólo es la curiosidad de probar aquella piel rubia que se vuelve tentación vaga entre los cobrizos cielos que trae el oeste de mi cabeza.

Oh, Mayo ha muerto.

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