martes, 18 de agosto de 2009

  • Postales desde Italia.


"Porque habría vivido la vida como si jamás hubiese descubierto tus amores ciegos.

(...)


Pero no, ahí estaban tus ojos verdes. Tus praderas de verano, mis amores de primavera, y los recuerdos anacrónicos de haberte amado en otros tiempos. Vaya aquellos tiempos. Vaya calor desesperante que sostiene mis manos desesperadas de tanto escribirte. Pero tenía que inmortalizarte en la poesía y en mis versos de toda la vida. En los amores ciegos y los atardeceres anaranjados que se sentaban en mis rodillas con la añoranza de volverte a ver y de seguirte esperando con mi alma destrozada en el mismo lugar donde había reposado por años esperando que pasaras con tus ojos de milagro frente a mí, solo para susurrarle al viento que te amaba y morirme de la debilidad esperando en la consternación que él te entregara mis últimas palabras."








"Yo que fui adicto a tu gracia,
a tu piel y a tus ojos verdes,
al resplandor melancólico y tenue de tus mariposas doradas
ajeno por siempre a la piedad de tus manos perfumadas a primavera,
sentado en la soledad de las historias del vientre de la vida
versando letanías con los hilos invisibles del aire enamorado
trasfigurado para siempre en las astromelias de tu rostro
limpiando la arena de los ojos de la melancolía.

Yo que te he sido infiel con las espadas en el alma.
Y con las historias que se quiebran
y las metáforas incompletas que reencarnan en el cielo.

Yo que te amé con apenas saber tu nombre
yo que pinté mis manos del color del delirio,
a mi alma los dolores consternados de tu ausencia,
yo que habría renunciado para siempre a tus ojos verdes
si no fuera por el milagro de conseguirlos abiertos una vez más.


Yo que te amé toda la vida."

No hay comentarios: